Fecha de publicación
enero 8, 2025

¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy?

La mirada estratégica de Cristian Ceppi, socio de CIS.

Las empresas pueden ser consideradas organismos vivos que, al igual que los seres humanos, tienen sueños y objetivos. Lo que habitualmente se denomina “visión”, pero que, más que eso, se trata de una ambición de llegar a ser.

El camino para conseguir situarse en ese lugar deseado es tan complejo como la vida misma. Se presentan complicaciones, dudas y, muchas veces, distractores que se ven como oportunidades y generan entusiasmo, pero también, ansiedad. Es ahí cuando muchas organizaciones buscan el apoyo de un externo que les permita conseguir esta nueva ambición.

En mi experiencia como consultor, he acompañado procesos en los que las organizaciones buscan crecer, ampliarse, extenderse, “pegarse un salto” y conseguir mayor notoriedad entre sus stakeholders. Sin embargo, cabe la casualidad de que todas ellas, ante la pregunta ¿Quiénes son?, no tienen la claridad suficiente para expresarlo y, aún más, cada directivo o alto ejecutivo tiene versiones distintas sobre la identidad del organismo que lidera.

Al no tener claridad de la propia identidad, existe una desviación entre lo que son y lo que quieren llegar a ser. Es ahí cuando no queda más que hacer una pausa. Y no se trata de coartar los sueños y las ambiciones. Por el contrario, la invitación es a consensuar un «¿quién soy?» para definir el «¿hacia dónde voy?».

La importancia de hacer esta pausa radica en que, en el afán de alcanzar el estado deseado, las organizaciones tienden a sobreexigir su estructura, no solo desde el punto de vista técnico, sino que, de manera más profunda y relevante, sobrecargan a sus equipos pidiendo que las personas ejecuten acciones que no son razonables.

Una de dos. Se trabaja en el diseño de un nuevo modelo de negocios o bien, se consolida y robustece la organización en su estado actual, definiendo una estrategia de transformación, que implica invertir.

Si el camino es transformar, entonces la estrategia irá por modernizar la gestión; y, con ello, analizar los conocimientos de los equipos y generar las capacidades necesarias para llevar adelante este proceso.

La visión y el acompañamiento de un externo, una consultoría personalizada, será clave en este contexto. Una mirada fresca y desapegada que permita identificar de manera clara el problema a abordar, diseñando una estrategia a su medida y, sobre todo, acompañando su ejecución en cada etapa. Porque una buena estrategia sin una buena implementación deja de ser buena.